VELOCIDAD LECTORA
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Amo a
Ana, a aquella adorable aldeana,
adelgazada, anatómicamente agraciada. Ana aún adolescente, apareció
accidentalmente años atrás, allá, adherida al alba. Ana amaba auscultar aires
apasionados, arrullaba anhelos, analizaba adivinanzas, actuaba acertada;
asimismo admiraba al alcalde, al admirador, al abacero, al agente, al
ambulante, al adonis… “Astuta, acaso; aunque admito”. Ana además afirmaba,
armar albergue, ansiaba acoplarse… ¡Ah! Ana arrobadora. ¿A dónde anduviste? ¿ A
dónde andarás ahora aparentando amores?
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