jueves, 23 de octubre de 2014

VELOCIDAD LECTORA

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Amo a Ana,  a aquella adorable aldeana, adelgazada, anatómicamente agraciada. Ana aún adolescente, apareció accidentalmente años atrás, allá, adherida al alba. Ana amaba auscultar aires apasionados, arrullaba anhelos, analizaba adivinanzas, actuaba acertada; asimismo admiraba al alcalde, al admirador, al abacero, al agente, al ambulante, al adonis… “Astuta, acaso; aunque admito”. Ana además afirmaba, armar albergue, ansiaba acoplarse… ¡Ah! Ana arrobadora. ¿A dónde anduviste? ¿ A dónde andarás ahora aparentando amores?

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